13 mayo 2007

Té y viento

Echo agua sobre las hojas del Earl Grey. La primera vez en muchos años, pero abrí el bote a pesar de las advertencias sobre su scent y simplemente era lo que tocaba.

A veces me sorprendo de la flexibilidad que traen los años, cuando se supone que es al revés. Yo creo que en mi caso es una mezcla exponencial de madurez y autocuestionamiento. La importancia justa de las cosas, cuya cantidad (de importancia, se entiende) varía según a quién le preguntes... o no. Porque todas las cosas cambian su lugar en el ranking continuamente. Un mal sueño, unas gotas de sol, la risa del vecino, una valla en el campo. Y todo se tambalea, para bien o para mal.

Sin ir más lejos, el hecho del autodescubrimiento continuo unas veces está bien y otras es una putada. Y tantas otras cosas. ¿Qué es más ecológico, unos garbanzos biológicos traídos de Bolivia en un avión quemando queroseno, o unos garbanzos normales cultivados aquí al lado sin certificado biológico alguno pero provocando una décima parte de emisiones contaminantes?

Buscaré la respuesta en las hojas del Earl Grey. Pero no creo que la encuentre, porque eso también es un bulo... o no.

1 comentario:

mery dijo...

que razón llevas sobre los garbanzos ecológicos!! pero.. ¿no decías que el Earl Grey no te gustaba? ay abuelito autocuesionador, nunca dejara usted de sorprenderme!!
saluditos!!!