13 mayo 2006

Entornada, pero abierta

Ayer me di cuenta de todo. O casi. De que hasta que yo no cierre mi puerta ellos no habrán cerrado la suya, claro. Cómo no me pude percatar antes. Esto explica tantas cosas, tantas miradas cansadas, tanta aprensión escondida en una jaula invisible, tanta frustración obligada, pero que sólo los mejores ejercen hasta el final.

Fue pisando la arena mojada de la playa cuando puse mis dudas a tender. Una paradoja, allá a la orilla del mar fue donde la marejada se apagó momentáneamente. También allí, sin embargo, encontré el germen de la desazón que me atacaría al anochecer, con las tórtolas acostadas y los grillos desaparecidos. La semilla que agarró, y me rodeó con su fatiga de siglos. Me pregunto si me siento mejor ahora que lo descubrí. Quizá, algo. Pero no suficiente.


Foto: Pies Mojados [Ewa Kulak]

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