09 mayo 2006

Enigmas sin sonido

Presiono con mis dedos el espejo de una frustración escondida. Nosotros mismos somos los culpables de la pérdida de identidad de nuestros secretos, entidades fantasmagóricas para los demás, requiebros a la apariencia para nosotros. Pero raras veces lo hacemos. Al menos no todos, siempre queda algo intransigible, una pequeña parcela en la que encerramos cosas de las que nos avergonzamos, aventuras incontables, espectros de cuando éramos otros, ideas contrarias a lo que somos, casas vulnerables con habitaciones inconfesables.

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